viernes, 21 de noviembre de 2008

Rusty dreams




En primer plano las lágrimas de una mujer que contenta se compromete al cielo,
de un lado a otro corren los tragos y los vestidos largos. En una ráfaga de viento aparece el hombre de rojo con el brebaje encantado. Alcohol en la solapa, corbatas relajadas, los abrigos en el perchero, piecesitos escarlata como la luz de la pared. El primer tabaco, conversas nuevas, en la mesa corazones con sazón mediterraneo. Las brujas al vuelo, disuelven el óxido en sus huesos, beben su bendita desnudez, canturrean el hechizo que no ha muerto, danzan al rededor de la noche, prenden fuego a los castillos olvidados desde donde alguna vez se permitieron reinar. A carcajadas reanudan sus votos, sellados con sangre en otra vida, ante los chamanes de la Tierra, de la Luna y las Estrellas.



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viernes, 7 de noviembre de 2008

Matadero...






L.Cox


Escupiré mentiras como los otros,
me esconderé de ti hasta perderme,
me cortaré la cabeza
antes de que me veas en el piso.

Me desnudaré ante ti aunque te duela,
me enfrentaré al espejo,
aunque el miedo se anteponga,
encontraré entre tus rostros el mío.

Llamaré a los amigos vacíos,
haré un banquete para todos,
escucharemos los murmullos del silencio
al no saber que decirnos,
y para despedirnos
"te prepararé el licuado más delicioso del mundo".





Imágenes de la puesta en escena:
"El Matadero", Casa Inverso teatro,
últimas funciones 7,8,9,14,15,16 de nov 2008,
Guadalajara, Jalisco.

más imágenes a la derecha en el Espacio de Ludovika Cox

En el portal del Señor...


L.Cox



¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre! Como zumbido de oídos persistía el rumor rde las campanas a la oración, maldoblestar de la luz en la sombra, de la sombra en la luz. ¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre, sobre la podredumbre! ¡Alumbra, alumbra, lumbre de alumbre..., alumbre...,alumbra..., alumbra, lumbe de alumbre..., alumbra, alumbe...!
Los pordioseros se arrastraban por las cocinas del mercado, perdidos en la sombra de la Catedral helada, de paso hacia la Plaza de Armas, a lo largo de calles tan anchas como mares, en la ciudad que se iba quedando atrás íngrima y sola.
La noche los reunía al mismo tiempo que las estrellas.


Miguel Ángel Asturias, 1946
El Señor Presidente.



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