Dibujo por Isabel Ochoa Me miró de lejos por un instante. Su mirada intimidadora me hizo voltear, era fuerte, minimizaba mi estatura. Aparté mi vista de sus ojos, a paso firme se acercó y con un movimiento torpe pero decidido me jaló en su dirección por el hombro. -Hey! ¡Trato de verte!- me gritó y ante tan mandatoria petición me quedé observándola con ojos saltones y una sonrisa congelada. Me miró fijamente por unos segundos. -Es todo.- dijo. Como siguiendo un ritual en trance, tomó su pincel, o mejor dicho su crayola y empezó a bosquejar. Al cabo de unos minutos, la pequeña artista, me regaló el retrato.
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